Pinto desde que tengo memoria. Es una vocación que me ha acompañado siempre y que vivo como un sentimiento. Siempre he necesitado pintar, aunque no soy autodidacta. A los 16 años me mudé a Londres, donde terminé el Bachillerato y comencé mis estudios de arte en la Central Saint Martins. Allí cursé Foundation Course School of Artshasta 1988. Después, viví unos años en Japón y EEUU, para trasladarme definitivamente a Madrid en 1989. Comencé pintando el mar desde mi Málaga natal y es algo que ha permanecido como una de mis señas de identidad. También pinto paisajes urbanos. Adoro las ciudades porque están llenas de ideas, sensaciones, juego de proporciones y contrastes.
“Cada cuadro comienza siempre del mismo modo, dibujando aquello que deseo pintar. Mi paleta es mi laboratorio de colores, el lugar donde mezclo y defino luces y sombras antes de llevarlas al lienzo. Una vez definidos, trabajo los óleos en el lienzo, siempre dejando secar antes de volver a pintar para que los colores no se mezclen”
Paula Varona es conocida por sus paisajes urbanos de Madrid, y también de otras ciudades, entre ellas Nueva York y Lisboa, donde ha realizado diversas exposiciones (la última en diciembre de 2020 en el Centro Cultural Casa de Vacas, en el madrileño parque de El Retiro, que alcanzó 33.000 visitas) y por sus famosas marinas.
Paula, que ama la arquitectura, envuelve sus grandes edificios en una atmósfera optimista. “Técnicamente, utiliza los hallazgos del diseño publicitario del pop, pero sabe introducir la dosis suficiente de poesía para que sus imágenes no se queden en algo banal ni mecánico”, dice Calvo Serraller.
Especialista en paisajes urbanos, marinas e interiores de los museos, en los que establece un diálogo único introduciendo la presencia humana, la pintura de Paula Varona emana del impresionismo. “Con fidelidad a la realidad fotográfica”, señala el poeta Luís Alberto de Cuenca, “tiene mucho de onírico. Creando nuevas perspectivas, imaginando puntos de vista sorprendentes, la gran pintora clásica que es Paula sigue impartiendo clases en sus lienzos de fresca, positiva y feliz modernidad, tan lejos de la mera fotografía como de la aburrida deconstrucción artística, inmersa en el misterio de lo real, en la magia que brota de lo cotidiano”. Hablando de sus paisajes de Madrid, el poeta destaca su expresividad y la “delicada elegancia escenográfica” El escritor Marcos- Ricardo Barnatán repara en la inusual plenitud del espacio de Paula Varona. “La arquitectura pierde su sentido monolítico y consigue una levedad del entorno”, dice. Por su parte, Javier Morales Vallejo, doctor en Historia del Arte, ha dicho que su pintura “es fácil de ver y difícil de explicar. A medida que va pintando meticulosamente tanta multitud de detalles, las va sumergiendo en un cálido silencio donde, al final, solo queda lo esencial del ambiente neblinoso y luminoso, tan sensorial, tan físico y tan poético”.
Sobre el tratamiento de la luz también ha hablado Juan Manuel de Prada en su columna de XL Semanal, Animales de compañía. “En la pintura de Paula Varona como en la oda de Fray Luis, el aire se serena y viste de hermosura y luz no usada. La luz que Paula Varona pinta es toda blanca. Traspasa el aire todo, envuelve las cosas despojándolas de su belleza caduca y engañadora”.
Según Luis Maria Ansón, periodista y académico, en un artículo que escribió para El Mundo reivindicando el lugar de las pintoras como artistas, más allá de ser históricamente consideradas como musas, destacó el trabajo de Varona al lado de otras artistas como Georgia O ́Keeffe, Kusama oMiriam Schapiro y definió su obracomo “música callada y soledad sonora de sus paisajes urbanos”.